Cultura de masas V: Arte
La caballería roja es un gran relato visual apasionado y comprometido sobre una época excesiva,cuando las masas se hicieron protagonistas y en menos de 30 años corrieron la suerte de los héroes trágicos: de la exaltación comunitaria a la desdicha del aislamiento y el derrumbe en soledad. La recreación de este intenso periodo creativo de la Rusia soviética es completa: a pinturas, carteles y esculturas se suman fotografía, cine, y maquetas, diseños de vestuario y escenografía de teatro, además de documentos de literatura y pensamiento.
Pero, sobre todo, son la música y las bandas sonoras que se escuchan durante el recorrido, las que arrastran al espectador de la euforia a la compasión final, cuando el mutismo se hace audible de tantas voces silenciadas y distorsiona y hiere la gran última representación. Porque mostrar la retórica de la representación de la conquista del poder y la máscara del poder que aplasta bajo el manto paternal es el objetivo último de esta exposición, que alterna la estética rotunda y monumental con modestos bocetos visionarios, situando el contexto de la mermada iconografía figurativa.
Entre Lenin y Stalin De la marcha, al allegro vivace, prestissimo, y al adagio y el réquiem, el reparto de espacios ha sido equitativo con los escenarios liderados por dos dirigentes políticos: en las tres salas de la primera planta, el revolucionario Lenin (1917-1924); en la planta subterránea, cuatro quinquenios del tirano Stalin (1925-1945). La caballería roja, el cuadro de Malévich y el libro de relatos homónimo de Isaak Bábel, abren y cierran la muestra.
La Internacional acompaña la retórica agitprop (agitación y propaganda) de los carteles revolucionarios y la frescura de las rupturas abstracta, suprematista y cubofuturista. Los artistas vanguardistas que permanecen en la nueva Unión Soviética se embarcan en sucesivos colectivos que ensayan experimentos para construir una cultura de masas, convertida en espectáculo de sí misma. Arte revolucionario y social al servicio de la tecnología y la producción industrial para cambiar el futuro.
Artistas sospechosos
Después, “papa Stalin” atará corto a los artistas, limitados a un “realismo socialista” que decía estar al servicio del pueblo y de la patria, de gusto anticuado y convencional, infantilizando al público, representado como niños ingenuos al amparo del cínico dictador que, mientras tanto, elimina a artistas e intelectuales: casi todos llegan a ser sospechosos. Entonces, el “montaje de atracciones” de Eisenstein, que postulaba el empleo en el cine de técnicas provenientes del circo y del music hall,transformándolo en un proyectil contra el ojo del público, comienza a descarrilar.
La plana de creadores y piezas excepcionales es casi interminable. Baste destacar que se hallan todos los maestros que se espera contemplar: de Kandinsky a Tatlin; y también artistas casi desconocidos en España: Klucis, Redko, Muchina, Deineka, Brodsky, Piménov, el colectivo Kukriniski … Todo en perfecto estado. Los préstamos son excepcionales y quizás sólo posibles en el marco del Año Dual Rusia-España. Además, se han programado ciclos de cine y de conciertos para conocer mejor buena parte de un legado cultural que quedó excluido del relato de la Modernidad bajo el capitalismo.