Cultura de masas V: POSINDUSTRIAL
AS EXPRESIONES CULTURALES EN LA SOCIEDAD POSINDUSTRIAL
La llamada sociedad postindustrial –también conocida como sociedad de la información, sociedad globalizada o sociedad del conocimiento– está profundamente marcada por el impacto de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC). Todo parece indicar que estamos viviendo una época de transformaciones tan profundas como las que marcaron los tiempos de la invención de la imprenta.
Por mencionar solo algunas de ellas nos encontramos con:
- Transformaciones del sistema productivo, que van desde una economía centrada en la producción industrial territorializada como actividad económica principal a una economía con modelos productivos que se apoyan en la tecnología, requieren menos mano de obra, pero más especializada, y se vinculan a una creciente desterritorialización de la economía: bienes y servicios –incluidos los culturales– se producen y comercializan pensando en un mercado global, los procesos productivos se desarrollan simultáneamente en diversos lugares del planeta y son ensamblados y comercializados en otros.
- Nuevos modos de producción y consumos culturales: la tecnología de la digitalización no solo crea nuevos formatos –como el arte digital o la música electrónica– sino que nos permite entrar en contacto virtual con materiales de la cultura clásica (desde las bibliotecas hasta los museos digitales, desde el MP3 hasta las experiencias de educación virtual). Las grandes producciones de Hollywood o algunos fenómenos editoriales como los libros de Harry Potter se planifican a escala planetaria
- Nuevas brechas socioculturales determinadas por el acceso a los recursos tecnológicos y a los saberes necesarios para sacarles provecho. El hecho de que se haya acuñado la expresión “alfabetización digital” es un indicio bastante sugestivo del peso que se asigna a estos conocimientos.
- Nuevas formas de sociabilidad y entretenimiento: desde los videojuegos hasta el chat, desde los mundos paralelos hasta la posibilidad de bajar films y programas de TV y radio de cualquier lugar del mundo.
- Nuevos circuitos de circulación de la información: evidentemente, todos los puntos mencionados más arriba están asociados de uno u otro modo a las nuevas modalidades de producción, circulación y acceso a la información que permite internet.
Estamos en presencia de una cultura planetaria. Hoy las personas de buena parte del mundo realizan consumos culturales muy similares: miran los mismos programas de televisión, las mismas películas, se visten igual y consumen alimentos parecidos. Cuando vemos recitales por TV, encuentros deportivos mundiales, olimpíadas, formamos parte de una audiencia global de cientos de millones de personas.
EL NACIMIENTO DEL SIGLO AUDIOVISUAL
La cultura del siglo XX se bifurcó en dos corrientes, en cierto modo complementarias. Por un lado, la alta cultura estuvo marcada, desde antes de la Primera Guerra Mundial (y en parte, como reacción al clima de violencia que se vivía en Europa) por movimientos experimentales, profundamente renovadores, conocidos con el nombre de vanguardias artísticas. Por otro lado, se produce un nuevo fenómeno: el consumo masivo de la cultura, que fue posible gracias a los medios masivos de comunicación, que introducen nuevos lenguajes en el arte, cambian los hábitos de comunicación y escucha, los cánones estéticos tradicionales y de la noción misma de obra de arte entran en crisis. La “industria cultural” había nacido y, con ella, una ácida polémica –que se mantiene hasta hoy– acerca del lugar que debe ocupar la cultura en la sociedad
CULTURA DE MASAS
El concepto de cultura de masas surgió en la década de 1930, con la llegada de los medios masivos de comunicación. En esta época, en Europa, cobraron fuerza los regimenes dictatoriales en varios países, como Alemania, Italia y España, dirigidos por representantes de la pequeña burguesía. En estas circunstancias, los medios de comunicación sirvieron como vehículo de propaganda ideológica y como medio para sembrar el terror en los pueblos.
Hacia la segunda mitad del siglo XX, posiciones encontradas comienzan a debatir respecto a la aparición de multitudes en la vida social, lo cual a partir de las tecnologías de la comunicación, se transformó en un fenómeno evidente y perdurable. La industria cultural, irrumpe en el escenario con novedosas propuestas, por cierto, en muchos casos, más que cuestionables. Surge pues, el concepto de cultura de masas, término ambiguo que pretende incluir los medios de comunicación audiovisuales (radio, cine y TV), como a la gráfica (diarios y revistas) y a la industria editorial (Best sellers, literatura de consumo masivo).
En este contexto, los medios ponen los bienes culturales al alcance de todos, adecuando el contenido muchas veces, al "nivel" del receptor, esto es, haciendo que la asimilación sea más simple e incluso superficial. Este proceso de "adaptación" de los contenidos, se traduce en una extensión del campo cultural.
Surge entonces, la necesidad de contextualizar la cultura de masas: es imposible conocerla si se pasa por alto que los medios de comunicación se desarrollan en el momento exacto en que las grandes masas comienzan a ser protagonistas de la vida pública, imponiendo así un lenguaje propio y exigencias particulares. Sin embargo, Eco apuntará que el modo de divertirse, de pensar, de imaginar de las clases populares es inducido por los medios y responde a los modos de pensar de la clase dominante. Y en este sentido, los medios proponen situaciones que no tienen ninguna conexión con la realidad de los consumidores. En síntesis, la cultura de masas ofrece expresiones culturales de la burguesía a los sectores populares.
LA RADIO
A fines del siglo XIX, dos novedades parecían anular las distancias: el telégrafo y teléfono transportaban mensajes a grandes distancias y a gran velocidad. Sin embargo, ambos tenían un punto débil: dependían del tendido de cables. El italiano Guglielmo Marconi ideó un instrumento capaz de enviar señales a grandes distancias sin cables. Así nació la telegrafía sin hilos, la radio. El valor estratégico de la radio para una Europa que se preparaba para estallar hizo que solo después de la Primera Guerra Mundial se desarrollara su potencial como medio de comunicación masivo.
Ya en 1920, en los Estados Unidos, un aficionado llamado Conrad, empleado de la compañía Westinghouse, comenzó a transmitir música y publicidad dos veces por semana en la ciudad de Pittsburg. La idea fue un éxito. Los anunciantes alentaban a sus clientes para que escucharan las transmisiones de Conrad y proveían los discos para el programa. Poco tiempo después, las emisiones eran diarias y la música se transmitía “en vivo”. Así nació el modelo comercial de la radio, financiada mediante la venta de espacios para publicidad. El despliegue publicitario en la radio ofrecía una oportunidad excepcional para llegar a un gran público de potenciales consumidores. Esto tenía enorme importancia en un país en pleno desarrollo industrial a gran escala, como lo eran los Estados Unidos en la posguerra.
La radio en la Argentina
La primera transmisión radiofónica del país tuvo lugar el 27 de agosto de 1920. Algunos dicen que fue la primera emisión de este tipo en el mundo. Los responsables fueron un grupo de estudiantes de Medicina: Enrique Telémaco Susini, Miguel Mujica, César Guerrico y Luis Romero Carranza. Estos pioneros –que cargaban con el mote de “los locos de la azotea”– lograron transmitir desde el teatro Coliseo la óperaParsifal, para alegría de los pocos porteños que ya contaban con una radio y habían sido alertados en forma previa. La aventura dio origen a la primera emisora radial del país, Radio Argentina, que sería también la única hasta que en 1922 se fundó Radio Cultura. En la década de 1930 se sumarían nuevas emisoras: Radio Belgrano, Radio Splendid y Radio El Mundo. Para mediados de la década, cerca de veinte emisoras transmitían desde diversos puntos del país. El 6 de julio de 1937 nació la radio del Estado Nacional argentino, ubicada en el Palacio de Correos y Telégrafos.
En la década de 1960, el desarrollo de la radio daría un nuevo salto con la llegada de los transistores, las pilas y los aparatos de tamaño pequeño. De esta manera, se hizo transportable y pudo llegar a zonas rurales, donde no existían redes de electricidad.
LA TELEVISIÓN
El reinado de la radio pronto sería eclipsado por un nuevo y poderoso competidor. Los avances tecnológicos que dieron origen a la TV se remontan a 1923, cuando Vladimir Zworykin desarrolló el iconoscopio, un aparato que descompone impulsos eléctricos en imágenes. Más tarde, John Baird logró reproducir en laboratorio las primeras imágenes televisadas, y en 1939 se realizó en Estados Unidos la primera transmisión con imágenes del presidente Roosevelt inaugurando una feria en Nueva York. Pero el estallido de la Segunda Guerra Mundial interrumpió los avances de la TV, que solo renacieron en la posguerra.
El nuevo medio adquirió muy rápido una enorme popularidad en casi todos los países. A pesar de ser mucho más cara que la radio, la televisión pronto se convirtió en la fuente más popular de entretenimiento.
Los primeros equipos llegaron a nuestros países traídos por Jaime Yankelevich –pionero de la radio–, quien alcanzó rápidamente un acuerdo con el gobierno nacional para desarrollar el nuevo medio. En 1951, tuvo lugar en el país la primera transmisión televisiva, con imágenes del acto realizado en Plaza de Mayo para celebrar el Día de la Lealtad.. En los primeros tiempos existía un solo canal –el Canal 7– y su horario de programación era reducido. Por otra parte, pocos eran los que contaban con televisores en sus casas. Los aparatos eran importados y resultaban demasiado caros para el ciudadano medio. De modo que el desarrollo pleno del nuevo medio tardó todavía unos años en consolidarse. En los primeros años, las transmisiones solo podían hacerse en vivo, de modo que los artistas y los locutores salvaban como podían errores, gags e incidentes. El personal técnico provenía del cine o de la radio, lo mismo que la mayoría de los artistas, animadores y locutores que comenzaron a formarse en las reglas del nuevo medio a medida que este se desarrollaba.
CRÍTICAS A LA CULTURA DE MASAS
Uno de los efectos de la expansión de los medios masivos de comunicación fue que se enraizó el concepto de industrias culturales, que trae aparejado el desplazamiento de sus destinatarios a la categoría de consumidores. Por eso, como sucede con muchos objetos sociales, el análisis de los medios es difícil porque el consumo habitual que realizamos de estos discursos impide observar y reparar en ciertos procesos que se toman como naturales. Para solucionar este aspecto, es necesario analizar los medios, compararlos, abordarlos con modelos teóricos o ponerlos en perspectiva histórica. Esta polémica entre defensores y críticos de los instrumentos de la comunicación se ha reiterado prácticamente ante todas las innovaciones técnicas, desde la imprenta a la prensa de masas, desde la radio a la televisión.
En la década de 1960, el semiólogo italiano Umberto Eco caracterizó las actitudes de los detractores y los defensores de la TV con la fórmula de “apocalípticos e integrados”.
Los apocalípticos son aquellos que hacen hincapié en los aspectos negativos de la televisión y consideran que:
ü degrada la cultura, difundiendo contenidos de baja calidad;
ü dificulta la reflexión y el pensamiento crítico;
ü impone clichés y estereotipos ajenos a nuestra experiencia.
ü Como se dirige a un público muy amplio, y con el objetivo de satisfacer sus expectativas, evita propuestas originales que puedan disgustar a algún sector en particular.
ü Como es un mensaje destinado a una clase de tipo homogénea, tiende a neutralizar las diferencias particulares de cada grupo étnico.
ü No promueve modificaciones en la sensibilidad o el gusto de de las masas.
ü No fomenta la reflexión, alimentando emociones superficiales e inmediatas.
ü Ofrece al público únicamente lo que éste desea, o peor aún, le sugiere lo que debe desear.
ü Elimina las diferencias entre las elaboraciones de la cultura de élite y la industria del espectáculo y el entretenimiento.
ü Estimula una perspectiva pasiva y poco crítica.
ü Propicia el conformismo.
ü La clase dominante suele utilizarla como vehículo del control social.
ü Utiliza modelos impuestos verticalmente para impedir del ascenso y progreso de las masas.
Los integrados, por su parte, miran “la mitad del vaso lleno” y enfatizan que:
ü la televisión, y la cultura de masas en general, permite llegar con contenidos culturales de calidad “variada” a sectores de la población que en épocas anteriores no accedían a ninguna clase de estímulo cultural;
ü los televidentes son libres para elegir entre diferentes ofertas y hacen una interpretación creativa de ellas;
ü simplificar los temas es inevitable si se busca informar simultáneamente a millones de personas con diferente formación en términos comprensibles para todos.
ü Un amplio grupo social participa con igualdad de derechos en la vida pública, el consumo, disfrutando de las comunicaciones disponibles.
ü La acumulación de información que ofrecen los medios masivos de comunicación, incrementa la formación e incentiva la reflexión.
ü La homogeneización del gusto permite que ciertas diferencias de clases se eliminen, unificando sensibilidades nacionales.
ü Favorecen la divulgación de información, estimulando la curiosidad y ansias de saber en sectores antes marginados.
ü El hombre contemporáneo puede acceder a aspectos del mundo que antes sólo eran patrimonio de una elite.
ü Colaboran en la renovación cultural, mediante la aparición de nuevos modos de hablar y la incorporación de novedosos lenguajes artísticos.