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EL CARTEL. ARTE Y PUBLICIDAD


El cartel surge a finales del siglo XIX como, no sólo una forma de expresión artística, sino también como un modo de divulgación de las ideas, algo que va a tener una continuación a lo largo de todo el siglo XX. El padre del cartelismo es considerado Jules Cheret, cuyas creaciones inundaban las calles parisinas. Algunos de los primeros carteles son obras del genial artista francés Henri Toulouse-Lautrec del que ya hemos hablado. A través de estos carteles el pintor francés divulgaba los espectáculos que tenían lugar en el Moulin Rouge y en los que se repetían siempre los mismos personajes que los protagonizaban. La técnica empleada era la litografía que nos remite a la estampa japonesa con la que presenta ciertos parecidos por la utilización de amplias zonas de color delimitadas por un trazo firme de negro. Más tarde llegarán las obras deAlphons Mucha (1860-1939), que se pueden enmarcar dentro del Modernismo, en las que se anuncian objetos de las más diversas características con un lenguaje plagado de formas orgánicas y envolventes: elegantes insectos, cornisas vegetales que enmarcan productos y escenas, mujeres de refinada belleza elegantemente adornadas que nos remiten por su estética a las obras de Gustav Klimt, y que sirven para divulgar bebidas, obras teatrales, productos cosméticos, etc. Él, precisamente, fue el ilustrador de muchos de los carteles de las obras de Sarah Bernhardt del cual es un buen ejemplo el cartel del Teatro de la Renaissance. En España el cartelismo está representado por una buena parte de los pintores modernistas, de manera especial por Ramón Casas. La etiqueta del Anís el Mono es un diseño de época modernista. Existen antecedentes mucho más primitivos del cartel, por ejemplo en Pompeya y Herculano se han encontrado letreros con mensajes comerciales, o en un mosaico de Ostia que servía de "anuncio" a los navieros de Misua.

Durante la Primera Guerra Mundial el cartel seguirá teniendo vigencia empleándose con diversos fines. Uno de los más conocidos es el cartel de James Montgomery Flagg en el que se exaltaba a los jóvenes americanos al reclutamiento. No sólo en los Estados Unidos, sino también en Rusia, el cartel estuvo ligado a objetivos claramente políticos, en ocasiones para luchar contra el régimen establecido, ligado íntimamente a la izquierda soviética. En la China maoísta se recurre al cartel para dar a conocer las ideas del régimen imperante.

Actualmente el cartel, ligado a la fotografía, se ha convertido en arte de nuestro paisaje cotidiano. Las calles de las grandes ciudades están llenas de enormes vallas publicitarias que incitan al consumo. En algunos casos existe una intención claramente estética mientras que en otros el lenguaje al que se recurre es la provocación a través de la cual se estimula nuestro interés. El hecho de que nuestra cultura sea, fundamentalmente, visual hace que la capacidad de sorprender al consumidor se reduzca. Algunas campañas publicitarias se convierten por su carácter escandaloso, en objeto de nuestro interés. Basta recordar algunas de las campañas de Benetton, obra del fotógrafo italiano Oliviero Toscani, por ejemplo aquella en la que condenados a muerte americanos mostraban prendas de la citada marca, o la implicación de esta casa en la lucha contra el sida o la igualdad racial. La aportación y el sentido del cartel publicitario se puede resumir en tres conceptos fundamentales:

  • Se trata de una forma de manifestación de la imagen pública en lugares comunitarios.

  • Supone un instrumento público de persuasión.

  • Más allá de su carácter publicitario, muchos de estos carteles están dotados de una intención estética y artística. Pueden ser interpretados como explosiones de color y alegría, intensos impactos visuales en las grandes urbes, frecuentemente grises y apagadas.


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