El arte nacido de la ilegalidad
- Alan Brito
- 20 oct 2016
- 2 Min. de lectura
En la actualidad existe un código artístico que se reconoce en cualquier parte del mundo. Un tipo de expresión que muestra un lenguaje representativo de una época y sociedad que se expresa y da a conocer. Este es el perseguido y polémico graffiti. La palabra tiene sus orígenes en la palabra griega “graphein”, que significa escribir y que más tarde evolucionó en la palabra latina “graffito”, siendo graffiti el plural de esta última, por lo que la técnica significa “escritos”.

Lo anterior se explica por sus inicios, en los que textos o firmas tenían como objeto mostrar el nombre del creador y también dar mensajes de lucha social y protesta política. La historia del graffiti se remonta a los años 60. Se dice que se inició en Philadelphia, influenciado por un estilo llamado Top Cat y que luego llegó a Nueva York influido por la música hip-hop. Fue así como las calles, estaciones y vagones de Metro y monumentos públicos de la Gran Manzana se vieron invadidos por firmas de raras tipologías. De a poco, los grandes graffitis fueron invadiendo los muros de la ciudad y
exposición, difundiéndose por todo el mundo y alcanzando mayores niveles de complejidad. Este movimiento tuvo su boom durante los años 70, luego comenzó a perder popularidad y renació nuevamente en los ’90. El graffiti es conocido por ser un arte ilegal, ya que se desarrolla en propiedades privadas y, muchas veces, sin permiso de los propietarios. Pero su finalidad no es cometer un acto de vandalismo, sino expresarse de manera pública para que el espectador sea el ciudadano cotidiano y no sólo el interesado en la cultura. Los mayores centros de arte callejero se encuentran en Berlín, Sao Paulo y Toronto. El arquitecto Clorinda Testa, en su última visita a Chile, mostró imágenes de sus obras en diferentes partes del mundo y en distintas épocas. En éstas se podían apreciar muros de hormigón llenos de símbolos y dibujos. Más que algo negativo, Testa, inteligentemente, le da una connotación de modernidad afirmando que el graffiti tiene un efecto maravilloso, ya que muestra un mismo sello en todo el mundo. Más que una técnica, el graffiti es un movimiento y un medio de expresión no sexista, sin límites ni clases sociales. Este mes en varios lugares del orbe se exhiben muestras de los mejores grafiteros, demostrando los talentos que están en nuestras calles, pero que la mayoría de las veces permanece ocultos.
Esto demuestra que el graffiti ya está superando su fama de arte ilegal y está entrando en el mundo del mercado del arte con fuerza, tomando prestigio y logrando precios tan altos como las obras de los grandes pintores modernistas. Es la forma de una sociedad que se expresa, la cual no debe ser reprimida, obviamente sin causar daño a su entorno y manifestándose como un aporte a la cultura y las artes. Un muy buen dato es la nueva novedad en graffiti, arte callejero en stop motion. El artista Blu realiza dibujos en muros y los convierte en animaciones, creando graffitis en movimiento.