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Las mujeres no se masturban

  • Maria Bayo
  • 21 ago 2016
  • 5 Min. de lectura

Para hablar de este tema, Maria Bayo , amiga y sexologa, ha escrito este artículo:

Los chicos se masturban. Verdad absoluta que pocas personas te rebatirán. Pero... ¿y las chicas? En pleno siglo 21, generalizando, hablar de la masturbación femenina suele derivar a una situación incómoda o a caer en los chistes estereotipados del abuso del vibrador.

No se puede negar que la religión ha sido un papel importante en la censura de la autosatisfacción. Pero si te paras a reflexionar, te das cuenta que todos los mitos (te quedarás ciego, te saldrán

pelos en las palmas de las manos…) iban dirigidos a los hombres. Las mujeres no caían en ellos porque eso era cosa de hombres. Ni siquiera se pensaba que eso pudiera suceder.

Hoy en día la cosa no ha cambiado mucho. En España se suele perder la virginidad a los 17 años de media, menos del 25 % de las chicas se masturba antes de la experiencia, frente al 90 % de los chicos. Imagina el desarrollo de la sexualidad en ambos casos. Mientras que la mayoría de hombres conoce sus erecciones y eyaculaciones, ellas sólo tienen una idea aproximada de lo que va a pasar. Un montón de expectativas y una frase adquirida, me va a doler. Hay que trabajar mucho para poder cambiar estos esquemas.

Para nosotras el sexo no sólo es igual a placer, también equivale a peligro. Todavía no me he cruzado con una mujer que no haya sufrido una mala experiencia a lo largo de su vida como abusos verbales de desconocidos, habladurías que machacan tu reputación y autoestima; exhibicionistas; familiares, amigos o desconocidos que te meten mano sonriendo a la vez, el viejo verde que se roza sin disimulo… y por desgracia un sinfín de ejemplos más.

Hace poco leí el análisis de un estudio que se llamaba “la no concordancia entre mente y genitales femeninos”. Mente inquita y curiosa…me dio por leer. Meredith Chivers, de la universidad de Canadá, había hecho un estudio en el que se media el grado de correspondencia entre la respuesta física de los genitales, y la experiencia subjetiva de sentirnos excitados/as.

Midiendo diferentes cambios corporales, ritmo cardíaco, sudoración, engrosamiento del pene, hinchazón de los labios vaginales y del clítoris, lubricación de la vagina…se encontraron datos sorprendentes. A la hora de encuestar a los/as participantes en cuanto al grado de excitación tras el

visionado de diferentes estímulos eróticos, en el caso de los hombres la respuesta física coincidida en mayor medida que en el caso de las mujeres. Ellas tan sólo contaban con un pequeño espectro en concordancia.

Sin duda hay un abanico enorme de factores que pueden influir en éste caso pero eso me hizo reflexionar. En sus conclusiones decían “las mujeres practicantes de meditación o técnicas de relajación suelen desarrollar mejor concordancia. Las mujeres con mayor concordancia se declaran mas satisfechas con su sexualidad”

El Tantra va mucho más allá del “sexo sin contacto” como es lo que nos suele venir a la mente. Trata del

control del flujo de la energía sexual para su disfrute tanto interiorizando el placer como exteriorizándolo. De tal manera que con entrenamiento tu propia mente sea capaz de provocarte un orgasmo, pero eso es otro capítulo de la sexología. Una de las cosas que más me llamó la atención cuando leía sobre Tantra eran las distinciones entre orgasmos que se hacían. Dos tipos diferenciados, el de pico y el de valle.

El de pico es una metáfora de escalar una montaña, algo que requiere un esfuerzo físico intenso, en un periodo de tiempo limitado, que conlleva una gratificación intensa pero breve, todavía toca bajar la pendiente.

El de valle sería un esfuerzo físico moderado, en un periodo de tiempo ilimitado y una gratificación más leve pero mantenida, con la posibilidad de elevarse o no, depende del paisaje.

Una de las mayores inquietudes que observo en las mujeres de mi entorno es “buf…es que yo durante la penetración nunca me corro, me obsesiono con el tema, se estará dando cuenta…venga voy a concentrarme… ¿cuánto rato llevamos ya? Imposible. Él termina y ya me cuesta pedirle que me estimule a mí”.

Siempre suelo responder lo mismo. ¿Alguna vez has alcanzado un orgasmo estimulándote la vagina tu misma? ¿Porqué el demandar tu placer a otra persona? Y casi todos los problemas en éste sentido derivan de priorizar la satisfacción de la otra persona a la nuestra, en lugar de hacernos dueñas de nuestro placer.

Pero olvidemos por un momento el tener sexo con otra persona (y al hablar de sexo me refiero a algo más que coito o penetración) y pensemos en tener sexo con nosotras mismas. Sabemos la forma en la que, si nos tocamos, en pocos minutos podremos tener un orgasmo, es lo fácil y efectivo en el día a día. Ahora bien, retomando la metáfora anterior, ¿alguna vez te has dedicado media hora a tocarte sin buscar el orgasmo?

El conocer nuestro cuerpo es vital para poder explicar más adelante dónde nos gusta que

nos toquen o de qué forma. No hay orgasmos vaginales y clitorianos, hay diferentes formas de estimularte. Lo que es seguro es que entre todas las mujeres que han participado en los estudios que citaba antes, ninguna de ellas se masturbaba de la misma forma.

Lo más importante es que prepares un entorno confortable, tranquilo, en el que te sientas relajada y sepas que no vas a ser molestada. Párate 10 minutos a acariciar tu cuerpo, evitando las zonas a las que sueles acudir para excitarte. Práctica también la paciencia, recuerda el valle, y que la finalidad del ejercicio no es tener un orgasmo, sino de disfrutar de tus caricias. Cierra los ojos y permítete sentir en lugar de pensar.

Cuando notes como tu cuerpo reacciona puedes acercarte a las zonas genitales. Siempre jugando con la fantasía y siguiendo el instinto de tu cuerpo. Puedes acariciar tus labios exteriores, tu ingle, tu pubis…recuerda que no todo gira en torno al clítoris o la vagina. Puedes probar con el contacto indirecto, roza tu ropa interior o incluso coloca una almohada entre tus piernas. Para estimular tu clítoris puedes utilizar el capuchón que lo recubre si te resulta irritante el contacto directo. Prueba con movimientos de rotación, de fricción cambia de dirección, sujétalo con el índice y pulgar…la creatividad dará el resto.

Lo mismo con tu vagina, recorre el perfil de su entrada, nota el tacto que tiene explorará, juega con ella.

La vibración es un gran aliciente a la hora de atraer el flujo sanguíneo y despertar los impulsos que preceden las contracciones vaginales del orgasmo. Tanto con tus dedos como con un vibrador prueba hasta que encuentres las zonas más sensibles de tu cuerpo.

En conclusión aprende a escuchar a tu cuerpo. Dedica más tiempo a satisfacer TU

placer que el de el resto de tus acompañantes sexuales.


 
 
 

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