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La conciencia del espectador de arte


Traspasadas las puertas de un nuevo siglo que se anuncia estupefaciente, sedante y peligrosamente homogeneizador, quiero ofrecer una idea, una iluminación con la que alumbrar los oscuros milenios venideros: la necesidad que el espectador despierte y asuma su propio trabajo, su propia entidad creadora, manipulando selectiva y ritualmente los elementos de creación que se nos ofrecen, para articular nuestro propio dominio de materiales con los que el cine y los medios pretenden dominarnos.

La creación es un espacio en el que la naturaleza del cine se rebela por medio del propio espectador, para transformarse en "otra cosa" en mitología, en viaje, en memoria táctil, en brujería, magia, en archivo akasico de una civilización moribunda. Si el espectador no toma conciencia como artista y no controla y manipula el material que se le ofrece, este material lo controlará y lo manipulará siempre, convirtiéndole en pelele de un mundo feliz. Si por el contrario, es capaz de reaccionar y elevar su sentido de la visión, su condición de testigo y espectador, hasta equipararse con el creador que le ofrecen las obras, habrá despertado. Será un conspirador del placer. Y, como tal, habrá de asumir el riesgo. Los sueños son siempre algo más que sueños...


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